Colgaste el reloj a la hora de hacer el amor
y dijiste: tienes cinco minutos para amarme.
No se puede tocar el corazón, sólo tripas y deseo.
Cada pétalo de rosa guardado,
no me alcanza para secar tanta lágrima desangrada.
Vamos a mirar al mundo en su vanidad y horripilante imagen.
Seamos dos amantes callados, que se lastiman para amarse
en un ser y vivir cotidiano, donde la palabra amor me sabe a plomo,
y estalla y envenena la sangre hasta convertirse dentro de mí:
en odio, en pena, en muerte, holocausto interminable.
Dijiste que el amor desmedido agotó nuestra…