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AC/DC. Estadio La Cartuja. Sevilla (26 junio 2010)

Sab 26 Jun – AC/DC, Los Perros Del Boogie

http://mercadeopop.blogspot.com/2010/06/acdc-2010-estadio-de-la-cartuja-sevilla.html

Empecemos dando las gracias a los dos colegas (bueno, sólo conducía uno) a los que asaltamos literalmente Paloma y yo a las siete de la mañana en la avenida de Kansas City para pedirles que nos acercaran a la estación de Santa Justa. Ellos molan. Las otras que ni si quiera se atrevieron a bajar la ventanilla, aún comprendiéndolas, no molan. Se pararon al lado de un coche lleno de chavalas para decirles: "id tirando vosotras, que nosotros vamos a llevar a estos chavales al AVE". Plas, plas, plas, ¡bravo! Si no fuera por ellos quien sabe en qué cuneta estaríamos siendo ahora pasto de los buitres.

Antes de eso, a las 12 del mediodía del sábado, embarcamos en un rocanrol train con todas las jo-di-das letras. Aquello no era la cafetería del tren, aquello era un garito. Se acabó la cerveza, se acabó la coca cola, se acabó todo lo que se podía beber. "Vino con fanta de limón, tinto de verano de toda la vida en Sevilla", grita la camarera, jaleada por el personal que simplemente quería más de todo. "Ha sacado la sangría Don Simón", berrea otro pavo desde el fondo del vagón. Pues no, ya no queda.

Taxiiiiiii. Al bar Las Columnas. A unos nos cobran ocho, a otros diez. Aaaaah, sorpresa. I'm gonna walk all over you, tax man! El bar arde, literalmente, con cánticos propios de un partido de fútbol de máxima rivalidad, sólo que es todo lo contrario, todos somos hermanos. Hermanos de sangre. Tantos momentos de adrenalina compartidos ahora por fin tienen que ser puestos en común, ya veremos con qué resultados. Thunder! Aaaaaaaaah! Thunder! Aaaaaaaah! Thunder! Vale, lo veo claro, hoy está permitido total y absolutamente todo.

Todo menos largarte sin pagar, pues una camarera rancia de pelotas sale a por nosotros reclamando lo que es suyo. Esto no es en Las Columnas, conste, es en otro cualquiera de los miles de bares que Sevilla tiene y nosotros visitamos. Es que si no pasamos a saludar se chinan. ¿Qué hora es y por qué estamos cantando el Desire de U2? Las ocho, maldita sea, hay que coger otra ronda de taxis cuanto antes, que no llegamos, dios mío, eso sí que no. Se nos suele ir de las manos la cosa, pero hoy no puede ser.

Los alrededores del estadio son zona de guerra. Maleteros abiertos, rock a tope, cocaína en los capós, neveras luchando contra el calor e incapaces de ganar, latas de cerveza de yonki, gritos, carreras, peligro, gafas de sol, polvo, apreturas, atascos kilométricos de coches, policía, seguratas, sudor, risas y lágrimas, leyenda. Sevilla huele a las grandes ocasiones, alzad los brazos, enseñadme las palmas de las manos, sentidlo. Así, así, claro que sí.

Suenan Los Perros del Boogie. Esos son Los Perros del Boogie. Nos hacemos fotos con Los Perros del Boogie. El cantante no es alto, es lo siguiente. Buena gente, fans irredentos de AC/DC. Las grandas enrojecen con los cuernos de Angus a 5 euros. La gente del rock también gusta del merchandising tosco. Tosco y primitivo como lo que hemos venido a hacer todos aquí, que no es otra cosa que enseñar músculo, quemar calorías y apelar a los más bajos instintos. Es como comerte una hamburguesa en el McDonald's pero con carne de primera calidad.

El hecho de ya haber visto este mismo espectáculo dos veces antes le resta leyenda, pero ni un ápice de electricidad. La intro del tren y las chavalas cachondas sigue efectiva, claro, encendiendo. Por un momento creemos ver absolutamente dislocada en la pantalla a la camarera del AVE, esa que no paraba de llamar por teléfono comunicando a sus superiores que las existencias se estaban acabando y que eso podría provocar un problema serio de orden público. Realmente estuvo en peligro. Tu y yo lo sabíamos.

En la pista tenemos sitio para brincar, abrazarnos, guitarrear e incluso corretear. Nada mejor que escuchar Hell ain't a bad place to be mientras corres entre la gente mientras derramas la cerveza a diestra y siniestra. Para solucionar la torpeza y reponer fuerzas la gente te ofrece de beber. El público de AC/DC es el más majo del mundo, siempre predipuesto a ponerse hasta las trancas y, de hecho, implicado al máximo en que todo dios se ponga hasta las trancas. Sin AC/DC y sin cerveza Hommer pierde la cabeza, ¿no? Pues tranquilos todos, tenemos ambas cosas en cantidades industriales. Ya no controlo.

Shot down in flames mi hermano me la ponía en los ochenta y me obligaba a tocar la guitarra delante de las amigas de mi abuela. Nadie las denunció entonces y si ahora pudieran ver en lo que me he convertido les parecería repugnante. ¿Este era aquel niño tan mono que nos tocaba la guitarra? Bueno señora, no sea asquerosa, estoy haciendo lo mismo y, además, en el sitio adecuado. Descamisado, vale, sudoroso, vale, embriagado, vale, pero con mis amigos y por 72,50 euros. No sale precisamente barato desfogarse de este modo.

Podríamos recitar el setlist y sólo con eso el que quisiera enteder entendería. De hecho, sí: Thunderstruck, The Jack, Hells Bells, Shoot to Thrill. Es todo tan perfecto y maravilloso que cuesta creer que sea real. Angus, con unas greñacas que asustan, sigue tan fiero y electroduende como siempre. Brian está mayorcete, más que hace un año, pero es nuestro y le llevamos en volandas. ¡Tooocan High Voltage, roooocanrol! Gracias, gracias y mil putas veces gracias. Levantamos los puños, cerramos los ojos, apretamos las mandíbulas, DIOS MÍO.

Espectáculo contundente, musculoso, espídico, adrenalítico. Angus tira para allá, viene para acá, pasarela arriba, pasarela abajo, igual que los mochila man que nos dan la gasofa que en realidad ya no necesitamos porque vamos rebosando a tope. Es en ese momento álgido cuando suena You shook me all night long y toca arrodillarse primero, para luego simplemente levitar. Ah no, callad, no levito, es Iván que me levanta porque ya no puede con la vida. El gentío no sabe cómo expresar su amor por la vida. Faltan gestos, faltan gargantas, sólo nos sale levantar los brazos de nuevo y querernos taaaanto.

TNT, Whole Lotta Rosie. Insuperable catarsis. Esto es rock. Déjalo correr. Tira Angus para el escenario central y nos fuckea. Se tira allí los diez minutos de rigor (ya lo esperábamos) y los gestos ahora son de "que te pires!". Es inasumible la energía que nos traslada. Se tira al suelo, patalea, juro que de sus cuerdas salió fuego. Es el punteo más corto de las historias de los punteos de rock, se hace corto, queremos más. No por previsible es menos deseado. Nos cogemos el estadio a cuestas y lo llevamos a La Alameda. Allí lo plantamos para estupor de la guardia vigil.

El sonido es magnífico, la energía es enorme, ahora nuestras vidas tienen sentido por fin. Compartir un Highway to Hell con tu gente a todo trapo es impagable y no puede explicarse. Si hay un cronista capaz de explicar esto le paso los galones. Quiero pagar un litro de cerveza exclusivamente para tirármelo por la cabeza. Lo necesito. No lo hago y eso me diferencia de Barney Gumble. Sólo eso en realidad. De hecho, ahora mismo soy mil veces más primitivo que él gracias a estos pollos. He pagado para eso y lo tengo, no hay palabras de agradecimiento suficientes.

Atronan los cañones y no queremos ser conscientes de que el sueño se está acabando. Nos saludan, les saludamos, nos saludamos, nos queremos mogollón. Nos abrazamos con desconocidos, saltándonos todas las recomendaciones de nuestras madres. Aceptamos sus caramelos llenos de droga mala. Miles de canciones nos vienen a la cabeza y las gritamos camino de la noche. Hay que hacer tiempo hasta las 07:15 horas. Os parecerá raro pero en ese momento jamás pudimos imaginar que íbamos a llegar derrapando a Santa Justa y tirándoles billetes a unos conductores desconocidos a los que amar parasiempre. Paloma se asustó, pero yo no paré de descojonarme en ningún momento. ¡Es la Avenida Kansas City! Y ahora son las dos de la tarde del domingo y me voy a hacer flexiones porque estoy total y absolutamente poseído después de dos horas de sueño en el tren. ¿Cuántas queréis que haga?

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